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Revista Convicciones

Convicciones N° 05 - Desarrollo docente

LA NECESIDAD DE UNA ADECUADA ORIENTACION VOCACIONAL EN EL INGRESO A LAS CARRERAS DOCENTES

Este trabajo pretende reflexionar sobre la necesaria adecuación en la orientación vocacional de los ingresantes inscriptos en algunos de los profesorados que posee nuestra provincia y, ante esto, me detendré en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Misiones.

Aunque anualmente se dictan imprescindibles cursillos de ingreso, que los alumbran someramente sobre la vida universitaria en cuestiones como planes de estudio, reglamentos y regímenes evaluativos y otros que los lleven a la reflexión ante el necesario análisis que los tendrá -una vez egresados, como sujetos activos de una organización educacional; éstos en su gran mayoría evidencian una baja performance en los estándares cognositivos básicos tras haber cumplido con la educación media y asumir la superior.

Aún sin poder probarlo fehacientemente -ya que no soy docente de primer año ni he trabajado en éstos cursillos en los últimos años, creo que las nivelaciones se logran en un alto porcentaje.

Mi preocupación como docente de segundo y tercer año en el Profesorado de Artes Plásticas y segundo año en Educación Tecnológica e incursiones en el Equipo de Práctica Profesional en el antes citado profesorado, radica en la total falta de conocimiento sobre el rol que deberán desempeñar los alumnos cuando después de cuatro años de estudio, pasen a ser DOCENTES con TITULO UNIVERSITARIO habilitados para ejercer en todos los niveles del Sistema Educativo actual, para lo cual debieran estar formal e íntegramente preparados.

Más allá de que en su formación académica son favorecidos con herramientas de trabajo intelectual que benefician su participación en el campo de la pedagogía y la didáctica, ello no es suficiente. La principal carencia que notamos en ellos es el desconocimiento que tienen de SER DOCENTES ó simplemente SER TECNICOS. Ignoran que su misión profesional es la formación integral del individuo y que, como mínimo, durante treinta años contribuirán en la formación –también mínimamente, de treinta generaciones de argentinos y, que serán responsables del éxito o fracaso no sólo de la política educativa sino del destino de todo el país.

Desde una adecuada Orientación Vocacional, las intervenciones que se realicen propiciarán el encuentro con el alumno de real vocación docente, dispuesto a asumir el rol que le corresponde en su formación como persona y como profesional del sistema educativo, comprometido y consciente de su presente en el contexto socio-histórico.

Es factible evitar el significativo desgranamiento en los segundos años de los profesorados, y para que ello sea posible, es necesario insistir en la creación –en esferas de la regional Oberá, de un Departamento u Oficina de Orientación Vocacional que todo el año esté al servicio de futuros alumnos de las distintas carreras que se dictan en nuestra ciudad.

De este modo y en nuestro caso, en las carreras docentes habrá educandos que una vez diplomados se incorporarán al sistema educativo para cumplir con los altos objetivos mencionados y con la responsabilidad que la tarea profesional exige.

Otra intervención importante a mi entender, es la de la inclusión en los planes de estudio de los profesorados, de un “seminario” o “taller” cuatrimestral –en el primer año de estudios- donde se reflexionará sobre formación docente, legislación educativa, reglamentos, presentación personal docente y todo lo inherente a las evaluaciones a la que estarán sometidos anualmente en el ejercicio de su profesión y otros.

Considero también a título personal, que los cambios profundos que nos sacarán de esta crisis en el sistema educativo, no se logrará desarrollando novedosas estrategias metodológicas, o creando nuevas teorías o replanteando organigramas institucionales, sino, modificando la enseñanza que se brinda en las instituciones de formación docente. Fernando Onetto define esto al afirmar: “los hábitos profesionales, los códigos ocultos, los rituales, las distribuciones de roles y liderazgos...en fin el complejo mundo que algunos han dado en llamar la cultura escolar”.

Habida cuenta de la pérdida de identidad como sujetos del proceso educativo, se hace necesaria la reflexión sobre la formación profesional docente y por ende, hay que situarse en el perfil intelectual propio de nuestra tarea; por lo tanto, recuperar el verdadero rol profesional docente que conlleva a la generación de procesos de auto capacitación a partir de la reflexión crítica de su propio quehacer, produciendo desde el mismo procedimientos innovadores que deben concluir siempre en una labor de construcción.

Desempeñarse en la formación de docentes supone anticipar todo lo que involucre el ejercicio de ese rol con la apertura de espacios curriculares que permitan ese desarrollo. Claro que esto surgirá del compromiso que se asuma si se decide cumplir con la tarea de formar docentes.

HABLEMOS DE LA FUNCION DOCENTE

No es impropio de éstos tiempos afirmar que los tiempos políticos en el país, marcan los tiempos sociales y que educadores de todos los niveles también muestran variación en su rol como parte de la sociedad. Podemos decir que el docente hoy no goza del status y reconocimiento social que supo tener, así como tampoco su satisfacción salarial es la misma que se daba hasta mediados del siglo XX. Más que nada era reconocida la labor social que como docente desarrollaba.

Llegamos a final de siglo con una situación docente totalmente desvalorizada, salarios de hambre, nivel de formación –contrariamente a lo que se daba- similar al del común de los ciudadanos, deterioro de los sistemas educativos, crisis de valores que coadyuvan a la mimetización de la “libertad” con el “libertinaje”, lo que desencadenó en la pérdida del prestigio y reconocimiento social otrora alcanzado; por ello, los que estamos formando a futuros docentes debemos preocuparnos en el reencausamiento y recuperación de la posición de la que no tendríamos que haber salido, conscientes de que a la suma de los conocimientos profesionales que se debe poseer, se deben agregar los saberes del sentido común, los que se originan en los ritos, opiniones y las simples impresiones, así como aquellos que puede cumplir la escuela o institución educativa en una sociedad.

Debe ser norma para el que elige la profesión docente desde el primer año de estudios, conocer la enorme diferencia que existe entre los ideales de su formación y la realidad con la que se encuentra en campo. Atento a esto desde ese primer año, el futuro formador tendrá que ir adquiriendo un claro concepto de su preparación, -lo cual puede ser traumático tanto en el inicio como en el egreso de la carrera- ya que el inicio a esta educación superior tanto como el desempeño en el Primer Puesto de Enseñanza pueden desencadenar en un verdadero “shock de la realidad”, fundamentalmente porque: o no fue suficientemente preparado para enfrentarse con “ésa realidad”, o no corresponde a sus expectativas; ya que la escuela es un lugar de formación integral donde se enseña para educar, para formar al ciudadano y liberarlo de los condicionamientos que pudieran impedirle vivir plenamente como tal.

Varias son las oportunidades de diálogo que tenemos con nuestro egresados a cerca de los “primeros inconvenientes” con los que se encontraron, y suelen enfatizar en la gran cantidad de cuestiones con las que se enfrentaron sin poder contar con suficientes elementos de juicio para tomar decisiones. Entre ellas destacan la presentación personal y sus obligaciones como “Personal Docente” donde no sólo concurre a dictar cátedra, sino a colaborar ampliamente en toda actividad que demande la institución donde se desempeñe, además del desconocimiento que llevan de la legislación escolar y sus aspectos reglamentarios, a los que se someten desde el primer día de actuación profesional.

Estas distintas situaciones deben ir incorporándose en su formación a partir de la práctica, ya que el “schock” del que hablamos puede avisorarles de que no tienen vocación docente y, que en las prácticas realiza da librado a la imaginación” de los y las estudiantes, debido a que el docente es modelo y ejemplo de sus alumnos en todos los aspectos.

Frente a todo ello es que nos sentimos tentados a relevar el conjunto de falencias que presentan los futuros docentes, y construir a partir de ellas, una reflexión seria y responsable sobre el ejercicio del rol docente, teniendo en cuenta que educar no es sencillo y ser docente no escapa a esa situación. Siempre, en todo momento los sistemas educativos, la escuela y la función docente en particular, han sido repensados en búsqueda de nuevos diseños y caracterologías que se adecuen a las circunstancias demandadas por la sociedad, lo que ha permitido en casos, la tentación de modas innovadoras, sugerentes y atrapantes. Conviene repensar entonces en la tarea del docente como un profesional que tiene en sus manos la posibilidad de formar individuos libres, solidarios, con sentido claro de la justicia, del trabajo y de la dignidad humana.

A modo de cierre

Al inicio de éste trabajo hacía referencia a la necesidad de un curso de ingreso específico para las carreras docentes y, que profesionales psicólogos o psicopedagogos tuvieran a su cargo una orientación profesional donde se plasmen todos los componentes que hacen a una auténtica formación docente. Luego he ido analizando las funciones o roles del docente, que son prácticamente desconocidos por nuestros alumnos. ¿Porqué los sostengo? -porque en primer lugar, pareciera que eligen su carrera por futura conveniencia económica, sin pensar realmente en la función y tarea que en el campo profesional van a desarrollar; prueba de ello es que tras trece años de cursar estudios formativos (10 en la EGB y 3 en el Polimodal) -donde se ajustaron a normas de conducta y reglamentos que tienen que ver con su presentación personal, concurren a la facultad a formarse como docentes en una forma que deja mucho que desear. En el caso de las alumnas, asisten a las cátedras vestidas muy de entrecasa, casi con todo –literalmente- lo que significa y, los varones, con atuendos apropiados para la playa o el campo de deportes. En algunos casos con zapatillas sucias y sin medias. Hacen pensar que no toman real dimensión de que concurren a aulas universitarias, es decir, en rigor, a la educación superior. La relación de éstos hacia sus formadores en su mayoría es trivial, como que si todo lo asimilado en sus años formativos ha sido superficial, y que ser ”universitarios” los exime de cumplimientos de reglas éticas y sociales. ¿O lo hacen simplemente porque desconocen los aspectos básicos de su formación?

Por todo ello es que considero fundamental que desde el curso de ingreso ya se les debe hacer saber que su formación como educadores abarca una formación profesional y otra formación cultural-general. Ambas han de organizarse como dos caras de un mismo proceso en constante retroalimentación, formativas para lo mismo; ya que, a un educador sin cultura no le será dado ejecutar cabalmente su tarea.

Debe estar consciente desde el inicio de sus estudios, que pocas profesiones –como la docente, necesitan de una formación permanente que vaya más allá del perfeccionamiento o la actualización.

Por último, insisto en que colaborar con una actitud reflexiva y abierta nos coloca en un proceso de mejoramiento, construyendo desde la realidad de lo posible, fomentando la acción de grupo que constituya el punto de partida para acciones institucionales tendientes a una mejor inserción de los alumnos en las carreras de formación docente que se dictan en la unidad académica, despojando de toda banalidad los ideales que nos legaron nuestros próceres pensadores.

BIBILIOGRAFIA

César COLL (2001) Psicología y Curriculum. Paidós. Bs. As.

DOCUMENTOS CURRICULARES. CGE. Pcia de Mnes.

Ricardo NASSIF (1986) Teoría de la Educación –Problemática pedagógica contemporánea. Cincel. Bs. As.

PROYECTO DE CAPACITACION INSTITUCIONAL DE FORMACIÓN DOCENTE (1994). Gob. de la pcia. de Mnes.

SAPIENS (1969) Enciclopedia ilustrada de la Lengua Castellana. Sopena. Bs. As.

La autora de este proyecto presentado en 2005, es docente investigadora en la Facultad de Artes de Oberá, Profesora de Dibujo artístico, Licenciada en Artes Plásticas, Especialista en Cultura Guaraní Jesuítica, disertante en Congresos y Seminarios nacionales e internacionales. Trabajos literarios y de investigación publicados.

Profesora Nelly Amaro

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