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Revista Convicciones

Para cuidar nuestros cursos de agua.

Para cuidar nuestros cursos de agua.

“La tierra”, “El Aire”, y “El Agua” son los tres elementos principales que sostienen la vida en este planeta, si ellos desaparecieran o se deterioraran seriamente por cualquier motivo, el ser humano, como cualquier otro ser viviente, podría ser un recuerdo extinto como los dinosaurios.

En nuestra provincia, rica en naturaleza, el elemento agua tiene una dimensión relevante.

Si nos tomáramos el tiempo necesario, y marcáramos con un resaltador todos los cursos de agua, en un mapa oficial de la provincia, nos sorprenderíamos de la intrincada red que formaríamos, podríamos decir así, que no hay chacras que no sean surcadas por algún arroyo o que no dispongan de una vertiente. Esto es un privilegio que pocas provincias tienen.

Nuestra población rural depende casi en su totalidad de este elemento y la gran mayoría de las poblaciones urbanas, que con plantas potabilizadoras que se proveen mediante tomas de agua de algún arroyo cercano.

Pero existen problemas que se acentúan cada día mas. La erosión y la contaminación que desmejoran la calidad del agua que consumimos, encarecen los procesos de potabilización y atentan contra la salud de la población.

Sobre la erosión, tengamos en cuenta que la mayor parte de la geografía provincial, se presenta con mesetas de pronunciadas pendientes, originalmente cubiertas por una densa masa boscosa protectora, que enriquecía el suelo con el aporte de mucha materia orgánica vegetal y a su vez, lo protegía de la erosión durante las lluvias, que en sus ciclos anuales eran muy abundantes en Abril y Octubre, haciendo que la gran cantidad de agua caída, se escurriera lentamente y llegara a los arroyos mansa y limpia por el filtrado natural que ofrecía el denso monto en pié y la gruesa hojarasca del suelo. Por ello, los arroyos se disfrutaban con aguas cristalinas en todo su curso, pero con el crecimiento de las poblaciones, la inclinación hacia una agricultura intensiva, llegó el mal manejo del suelo, por la destrucción del monte, facilitado y acelerado por la aparición de las motosierras y las topadoras que de allí en mas todo lo cambió y Misiones transformó a sus limpios arroyos, en agonizantes cursos de agua marrones por donde se desangraba la fertilidad de sus chacras, obligando a los colonos a una continua inmigración interna y al uso excesivo de químicos y agrotóxicos que terminaron por contaminar, aumentando la pobreza y la dependencia.

A esta altura de los acontecimientos cabe preguntarse, si el recurso “agua”, es de vital importancia para la población y para la economía provincial. ¿Cómo se lo puede recuperar?

La solución parece difícil, pero es simple y tenemos las herramientas necesarias para revertirla, todo está en tener la valentía de tomar la decisión política, que es la que debe dar el primer paso y algunas medidas en ese sentido ya se están tomando. La Ley Provincial de Áreas Naturales Protegidas, junto a otras afines, son una decisión acertada que dan las figuras de protección que hacen falta para proteger los cursos de agua.

Luis Honorio Rolón, médico y conservacionista misionero decía: “La selva misionera tiene más valor en su conjunto, que en el precio de su madera”.

La ley de creación del Corredor Verde, que no apunta al solo hecho de conservar un retazo de la selva, sino que encierra una intención más profunda, como es, formar entre todas las áreas naturales protegidas, ( Parques Provinciales, refugios de vida silvestre, reservas de la biósfera, etc. ). Un corredor verde, en las altas cuencas de las nacientes de muchos cursos de agua misioneros que bajan hacia el Paraná, el Uruguay o el Iguazú. Pero esto no es todo, la legislación provincial es rica en normas que rigen el uso del suelo y del agua. Entre ellas, la sabia Ley N° 854, que si todos la conocieran y la respetaran, seguramente la situación ambiental mejoraría mucho para bien de todos. Es necesario, que los municipios también la adopten y la apliquen porque gran parte de los problemas de contaminación del agua, proviene de las concentraciones humanas, de los centros poblados y de las industrias sin controlar.

Por ello es necesario que los municipios, también fijen políticas ambientales precisas, para hacer de las márgenes de todos los cursos de agua, que atraviesan un pueblo o una ciudad, un espacio verde, parquizado, y con infraestructura, para que sea un lugar de solaz, de paseo público, de contacto con la naturaleza y no un lugar encapuerado, que invita a tirar la basura o animales muertos o a instalar letrinas.

Cada pueblo debería legislar en este sentido imitando leyes nacionales o provinciales, cada pueblo debería contar con una patrulla ambiental, que vele por los intereses de todos y cada uno de los ciudadanos, solo así estaremos dando un gran paso hacia el primer mundo.

Para finalizar dejo algunos pensamientos para meditar

Cuando hayas matado al último animal silvestre,
Cuando hayas talado el último árbol,
Cuando hayas contaminado el último arroyo,
Te darás cuenta que el dinero no se come.

Por ello sería bueno que:

Hagamos entre todos una tierra donde producir no sea contaminar... donde cultivar no sea destruir,.. donde convivir no sea ensuciar.

Porque todavía estamos a tiempo:

Para plantar un árbol, para cuidar el suelo, para evitar que el humo nos oscurezca el cielo, para limpiar los ríos, para proteger las selvas, para respirar tranquilos el aire de este planeta.

¡Todavía estamos a tiempo!


Ernesto Rubén Maletti
Docente y conservacionista

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